Un buen
coleguita, uno de los mejores, me regaló el otro día Éramos unos niños, los recuerdos que Patti Smith conserva sobre su relación con el fotógrafo Robert Mapplethorpe.
Me había comentado que el libro le había enrollado bastante y a mí el título me pareció súper bonito.
Además andaba con la idea de hacerle un homenaje a la buena de Patti después de la enrollada que se metió con Bob Dylan sustituyéndole durante la entrega de los últimos premios nobeles y cantando, a pesar de sus nervios o gracias a ellos, quién sabe, una increíble y emocionantísima versión del dylaniano A Hard Rain (o echar un vistazo a la entrada que hice en este mismo blog el pasado 12 de diciembre, Bob Dylan y el dichoso Premio Nóbel: finito).
Y en estas estoy. Llevo un par de días con el libro. Y en una de sus primeras páginas, cuando aún es una chiquilla, Patti escribe que hubiera deseado que el poeta Frank O´Hara le hubiera dedicado unos versos como hizo con la malograda y mítica Billie Holliday. Y, entonces, me puse a buscar el poema. Éstas son las cosas que me enrollan cuando leo cualquier libro: sacarle punta, que una de sus páginas me lleve a la página de otro libro, si se da el caso, que una de sus líneas o ideas me aclare o me haga dudar de otra idea que ya daba, precipitadamente, por buena; que el libro, en definitiva, viva conmigo durante unas semanas.
Y así di con The Day Lady Died, el poema en el que O´Hara homenajea a Bille Holliday. Y el título me enganchó por la solapa. Cómo no iba a hacerlo, cómo no me iba a acordar con él del The Day John Kennedy Died que el siempre imprescindible Lou Reed dedicó al “día en que John Kennedy murió” y que, sin que sirva para darle coba, y menos aún ahora que Lou andará por donde ande, siempre me ha parecido una de sus mejores y más entrañables canciones (que Trump agache la cabeza, por favor).
Luego aquí os dejo con los dos; con Billie Holliday y el poema de O´Hara y la personal traducción (se admiten sugerencias) que he hecho porque me apetecía probar, y con John Kennedy en el recuerdo de Lou.
¡Que los disfrutéis!
The Day Lady Died
By Frank O'Hara (1926-1966)
It is 12:20 inNew York a Friday
three days after Bastille day, yes
it is 1959 and I go get a shoeshine
because I will get off the 4:19 inEasthampton
at 7:15 and then go straight to dinner
and I don’t know the people who will feed me
I walk up the muggy street beginning to sun
and have a hamburger and a malted and buy
an ugly NEW WORLD WRITING to see what the poets
inGhana are doing these days
I go on to the bank
and Miss Stillwagon (first name Linda I once heard)
doesn’t even look up my balance for once in her life
and in the GOLDEN GRIFFIN I get a little Verlaine
for Patsy with drawings by Bonnard although I do
think of Hesiod, trans. Richmond Lattimore or
Brendan Behan’s new play or Le Balcon or Les Nègres
of Genet, but I don’t, I stick with Verlaine
after practically going to sleep with quandariness
and for Mike I just stroll into thePARK LANE
Liquor Store and ask for a bottle of Strega and
then I go back where I came from to6th Avenue
and the tobacconist in the Ziegfeld Theatre and
casually ask for a carton of Gauloises and a carton
of Picayunes, and a NEW YORK POST with her face on it
and I am sweating a lot by now and thinking of
leaning on the john door in the 5 SPOT
while she whispered a song along the keyboard
to Mal Waldron and everyone and I stopped breathing
Son las 12,20, en Nueva York, un viernes
tres días después del día dela Bastilla , sí,
estamos en 1959 y busco un limpiabotas
porque me bajaré del 4: 19 en Esthampton
a las 7,15 e iré derecho a cenar
y no conozco a la gente que me dará de comer.
Bajo por la calurosa calle cuando el sol empieza calentar
y cojo una hamburguesa y una caja de leche malteada y compro
un mugriento ejemplar del NEW WORLD WRITING
para ver qué están haciendo los poetas estos días por Ghana.
Me dirijo al banco
y Miss Stillwagon (Lucy, de nombre, escuché una vez)
no ha mirado mis cuentas ni una vez en toda su vida
y en el GOLDEN GRIFFIN me hago con un Verlaine de bolsillo
para Patsy con dibujos de Bonnard y aunque
piense en Hesiodo, en el transexual Richmond Lattimore o
en la nueva obra de Brendan Behan o en Le Balcon o en Les Négres
de Genet, no lo haré, y sigo con Verlaine,
hasta que prácticamente me vaya a la cama con mis problemas,
y por Mike entro en el almacén de licores de PARK LANE
y pido una botella de Strega y
después regreso por donde he venido, hastala Sexta Avenida
y la tabaquería del Ziegfeld Theatre y
pido un cartón de Gauloises y un cartón
de Picayunea, y veo por casualidad un NEW YORK POST con la cara de ella
y ahora estoy sudando mucho y pensando
en reclinarme sobre una esquina cualquiera del 5 SPOT
mientras ella susurra una canción sobre el teclado
para Mal Waldron y todo el mundo y yo dejamos de respirar.
The Day John Kennedy Died
por Lou Reed (1942-2013)
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Me había comentado que el libro le había enrollado bastante y a mí el título me pareció súper bonito.
Además andaba con la idea de hacerle un homenaje a la buena de Patti después de la enrollada que se metió con Bob Dylan sustituyéndole durante la entrega de los últimos premios nobeles y cantando, a pesar de sus nervios o gracias a ellos, quién sabe, una increíble y emocionantísima versión del dylaniano A Hard Rain (o echar un vistazo a la entrada que hice en este mismo blog el pasado 12 de diciembre, Bob Dylan y el dichoso Premio Nóbel: finito).
Y en estas estoy. Llevo un par de días con el libro. Y en una de sus primeras páginas, cuando aún es una chiquilla, Patti escribe que hubiera deseado que el poeta Frank O´Hara le hubiera dedicado unos versos como hizo con la malograda y mítica Billie Holliday. Y, entonces, me puse a buscar el poema. Éstas son las cosas que me enrollan cuando leo cualquier libro: sacarle punta, que una de sus páginas me lleve a la página de otro libro, si se da el caso, que una de sus líneas o ideas me aclare o me haga dudar de otra idea que ya daba, precipitadamente, por buena; que el libro, en definitiva, viva conmigo durante unas semanas.
Y así di con The Day Lady Died, el poema en el que O´Hara homenajea a Bille Holliday. Y el título me enganchó por la solapa. Cómo no iba a hacerlo, cómo no me iba a acordar con él del The Day John Kennedy Died que el siempre imprescindible Lou Reed dedicó al “día en que John Kennedy murió” y que, sin que sirva para darle coba, y menos aún ahora que Lou andará por donde ande, siempre me ha parecido una de sus mejores y más entrañables canciones (que Trump agache la cabeza, por favor).
Luego aquí os dejo con los dos; con Billie Holliday y el poema de O´Hara y la personal traducción (se admiten sugerencias) que he hecho porque me apetecía probar, y con John Kennedy en el recuerdo de Lou.
¡Que los disfrutéis!
The Day Lady Died
By Frank O'Hara (1926-1966)
It is 12:20 in
three days after Bastille day, yes
it is 1959 and I go get a shoeshine
because I will get off the 4:19 in
at 7:15 and then go straight to dinner
and I don’t know the people who will feed me
I walk up the muggy street beginning to sun
and have a hamburger and a malted and buy
an ugly NEW WORLD WRITING to see what the poets
in
I go on to the bank
and Miss Stillwagon (first name Linda I once heard)
doesn’t even look up my balance for once in her life
and in the GOLDEN GRIFFIN I get a little Verlaine
for Patsy with drawings by Bonnard although I do
think of Hesiod, trans. Richmond Lattimore or
Brendan Behan’s new play or Le Balcon or Les Nègres
of Genet, but I don’t, I stick with Verlaine
after practically going to sleep with quandariness
and for Mike I just stroll into the
Liquor Store and ask for a bottle of Strega and
then I go back where I came from to
and the tobacconist in the Ziegfeld Theatre and
casually ask for a carton of Gauloises and a carton
of Picayunes, and a NEW YORK POST with her face on it
and I am sweating a lot by now and thinking of
leaning on the john door in the 5 SPOT
while she whispered a song along the keyboard
to Mal Waldron and everyone and I stopped breathing
Son las 12,20, en Nueva York, un viernes
tres días después del día de
estamos en 1959 y busco un limpiabotas
porque me bajaré del 4: 19 en Esthampton
a las 7,15 e iré derecho a cenar
y no conozco a la gente que me dará de comer.
Bajo por la calurosa calle cuando el sol empieza calentar
y cojo una hamburguesa y una caja de leche malteada y compro
un mugriento ejemplar del NEW WORLD WRITING
para ver qué están haciendo los poetas estos días por Ghana.
Me dirijo al banco
y Miss Stillwagon (Lucy, de nombre, escuché una vez)
no ha mirado mis cuentas ni una vez en toda su vida
y en el GOLDEN GRIFFIN me hago con un Verlaine de bolsillo
para Patsy con dibujos de Bonnard y aunque
piense en Hesiodo, en el transexual Richmond Lattimore o
en la nueva obra de Brendan Behan o en Le Balcon o en Les Négres
de Genet, no lo haré, y sigo con Verlaine,
hasta que prácticamente me vaya a la cama con mis problemas,
y por Mike entro en el almacén de licores de PARK LANE
y pido una botella de Strega y
después regreso por donde he venido, hasta
y la tabaquería del Ziegfeld Theatre y
pido un cartón de Gauloises y un cartón
de Picayunea, y veo por casualidad un NEW YORK POST con la cara de ella
y ahora estoy sudando mucho y pensando
en reclinarme sobre una esquina cualquiera del 5 SPOT
mientras ella susurra una canción sobre el teclado
para Mal Waldron y todo el mundo y yo dejamos de respirar.
The Day John Kennedy Died
por Lou Reed (1942-2013)