
Que me gusta el cine no es ningún secreto.
Que por eso siempre me he querido dedicar al noble (lo fue en su tiempo, lo
juro) arte de hacer películas, tampoco. Y viene esto a cuenta de que en las
últimas horas se me ha pasado por la cabeza aquel plano final de El color del dinero, la simpática
secuela que Martin Scorsese rodó sobre la descomunal (ésta sí) El buscavidas, de Robert Rossen, con la
frase que Paul...