sábado, 20 de septiembre de 2014

EL ATHLETIC Y LA CHAMPIONS 2014-2015


Todos se han frotado las manos o por lo menos se las han frotado los aficionados del Athletic. Y eso que al día de hoy, de frío, ni hostia. Pero es que el grupo en el que el Athletic ha quedado encuadrado para disputar la primera fase de la Champions 2014-15 no es precisamente de ésos que sirven echarse a temblar o para rasgarse las camisetas rojiblancas. Aunque se haría mal, muy mal en lanzar las campanas al vuelo. Porque, paradójicamente, no es sino la “bondad” de los contrincantes: el Shakhtar ucraniano, ese tal Borisov, o el más conocido Oporto, la trampa que seguramente se vuelva contra el equipo de La Catedral de San Mamés. Y termine con su aventura europea. Y me explico. O trato de…
 


Y es que este grupo H, en el que el Athletic ha caído, creo que va a resultar una compañía poco propicia para esas noches épicas, para las hazañas sobre el césped que tan gratas y, sobre todo, tan ¡necesarias e imprescindibles! son para el Athletic. No, con este trío de contrincantes no va a resultar nada fácil dar lustre y jabón (¡con lo que esto le gusta a la afición bilbaína!) a la especial y particularísima idiosincrasia con la que se nutre y vive el Athletic y que, ya que estamos, no sería otra que la de mostrar, para espasmo y sorpresa mayúscula de todos los amantes al balompié, cómo “once aldeanos” (sé que está muy oído pero para entendernos vale), con el in-cansable e in-condicional apoyo de una in-igualable afición, es capaz de derrotar a los enemigos más pintados, a ésos contra los que cualquier otro equipo, con once jugadores y dos dedos de frente, se echaría a temblar nada más que el trencilla de turno hiciera sonar su silbato anunciando el inicio del partido.

Y claro por aquí empiezan a verse los problemas venir. Porque ni Shakhtar, ni Borisov, aunque sí quizás Oporto, pero Oporto sólo habría uno, componen un terceto como para que nadie se asombre si el Athletic consigue derrotarles. Casi al contrario: se me antojaría una desagradable decepción si el equipo no logra clasificarse. Las cosas como son. Si colegimos que el Oporto es un grande, o más exactamente, fue un grande, el Athletic debería "pasar" por detrás de él, como segundo del grupo H y, por lo tanto, con acceso directo a los octavos de final de la susodicha Champions. Pero lo que así parece a priori: un camino de rosas se convierte por obra y gracia de la filosofía-Athletic, esto es, sudor y sufrimiento a borbotones, lucha contra lo que es normal y lógico, apuesta a ciegas por la singularidad, por lo que no es normal ni lógico, por la titánica pelea,... y la victoria final, sííí, contra pronóstico, contra las adversidades, contra el sentido común, contra la menor calidad técnica de las plantillas enfrentadas, contra la comparación de sus presupuestos, etc., para que todos alucinen y hablen del equipo, de esos "once aldeanos" y nos sintamos, así, los más "guapos" del mundo, en una ruta que es, en realidad, un campo de minas, una maldita emboscada en la que, si no me equivoco, acabará des-nortado el Athletic de Bilbao.

O si lo escribo de otra forma. Que venga un partido contra, por ejemplo, el Bayern de Guardiola, una noche de perros, de ésas de agua y frío, con un campo en el que no entra ni un alfiler y en un partido en el que nadie da un euro por el equipo, que no uno contra el Shakhtar que no-se-sabe-quién-coño-le-entrena, una plácida y cálida noche del mes de septiembre, con el campo ¡no lleno del todo!, y en el que el Athletic es favorito, y es casi normal y lógico que gane, tal y como ha sucedido hace unos días. Se recuerda, y cómo, el 3-1 contra el poderoso Nápoles o… aquellos memorables 1-0 contra el invencible Milán de Baresi o el 5-3 contra el mítico Manchester con la hierba del viejo San Mamés cubierta por la nieve. Pero también y aunque duela, ese 0-0 con el que terminó el duelo contra los ucranianos sería como la otra cara de la Luna, la otra parte, ¿el semblante menos vistoso?, de cómo se las gasta el Athletic. Porque aquí o se compite con el cuchillo entre los dientes, y nos olvidamos de esos artículos de la filosofía-Athletic según los cuales el equipo únicamente lo dará todo en las batallas perdidas a priori, o nos vamos con el estómago vacío. Y con todos los respetos, los contrincantes del grupo H no son ninguna batalla perdida a priori, no, sino que, al contrario, conforman para el hambre de los leones de San Mamés un raquítico tentempié, un terceto tan de andar por casa... De ahí que para esta primera fase de grupos de la Champions 2014-2015 augure problemas, demasiados problemas...  
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lunes, 15 de septiembre de 2014

EURÍPIDES VS. BOTÍN


El otro día me di una vuelta por una librería en cuestión, ya que no viene a cuento decir su nombre. Da igual. El caso es que me avisaron, no, me enviaron un mensaje al móvil de que ya se  había recibido el libro que les había encargado hacía una semana: Las bacantes, de Eurípides.

Y si menciono ahora el título del libro es porque ilustra, más o menos, la manera que tengo de elegir mis lecturas, los cedés, o deuvedés que compro, y que después me llevo a casa. Había visto el domingo anterior en el cine la última película de Polanski: La Venus de las pieles. Y la película, como casi todas las de Polanski, me pareció que estaba bastante bien, que en el aridísimo desierto en el que se ha convertido la actual oferta cinematográfica La Venus era como un refrescante bidón de agua fresca. Y en La Venus, entre otras muchas cosas, se habla de Las bacantes. Por eso decidí comprarme la obra de Eurípides. Por eso y porque a mis años (ya me vale) no había leído aún ninguna obra del clásico griego.

Bueno, el caso es que me fui a la librería en cuestión a recoger el libro. Pero antes de entrar mis ojos se torcieron un rato hacia su bonito escaparate. Por si entre las muchas novedades, supongo, encontraba algo que mereciera la pena. Ya puestos a comprar, bien podía acompañar a Eurípides con alguna que otra sorpresa. Y sí, de repente la sorpresa estaba ahí. En el centro de la vitrina. Bien grande y cantosa. Y como multiplicada por diez. Haciendo piña. O sea, diez idénticos ejemplares agrupados en una vistosa montañita de papeles y pastas blandas. Pero os aseguro que aquélla no era ninguna de las sorpresa con las que hubiera querido a acompañar a Eurípides ni con la que ni él mismo, si hubiera estado vivito y coleando (estoy seguro), se hubiera querido ver acompañado.


La sorpresa llevaba por título El Banco Santander y Emilio Botín: historia de una ambición. Su autor tampoco importa, porque lo verdaderamente increíble (al menos lo fue para mí) era que el banquero Emilio Botín había muerto, ¡hacía apenas un par de días!, de un fulminante fallo cardiaco. Sí, sólo dos días. Y su cuerpo, mientras el libro ya decoraba el escaparate, aún caliente, como diría un concienzudo policía. Que no sería enterrado hasta el próximo fin de semana. Pero su libro ya se había adelantado. Sin dejar que ni un segundo se escapara de rositas. Para aprovechar el tirón de su fallecimiento. Y se me ocurrió pensar que esa gente (por llamarles de alguna manera) hasta con la muerte negocia; y que pingues rendimientos y beneficios no tienen porqué estar reñidos con las desgracias.

Por eso cuando pagaba Las bacantes se me ocurrió una boutade que comenté con e dependiente de la librería que es también mi amigo. Quizás hiciéramos bien, le dije, en darnos una vuelta por la Editorial en cuestión (la de El Banco Santander y Emilio Botín…, se entiende) e indagar entre sus empleados y directivos por si alguno de ellos carecía de coartada y pudiera haber tomado parte o acelerado el “fulminante” fallo que había terminado con la vida de Botín. Si sigues la pista del dinero acabarás dando con el culpable, suelen asegurar también los concienzudos policías. Pero claro, todo era una broma. Y mi amigo se sonrió. Y yo me cogí Las bacantes y salí de la librería.

Aunque en la calle aún tenía un regusto amargo bailándome entre los dientes. No sé, quizás la clásica arcada. No sé, quizás el asco que, a veces, me dan algunas de las cosas que los seres humanos (como yo) hacemos todos los días. Y por eso decidí enjuagarme la boca con un sorbito de Las bacantes, aquel con el que se inicia la tragedia de Eurípides, las majestuosas palabras de Dioniso, Aquí he venido yo, el hijo de Zeus, a esta tierra de Tebas: me parió antaño Sémele, la hija de Cadmo, e hizo de partero el fuego del relámpago. Entonces me sentí mejor. Los seres humanos (como yo) también son capaces de hacer cosas como ésta. Entre las unas, las más rastreras, y las otras, las más sublimes, anda siempre el juego. Ése es nuestro verdadero quebradero de cabeza: hacia qué extremo nos arrimaremos más..
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