
Ayer me senté a ver la película que
proyectaba La 2.: El primer día del resto
de tu vida. Y la verdad es que no me esperaba demasiado. Pasar un rato, más
o menos, entretenido, escuchar buena música (para esto también valen las
películas) y poder zapear 100 minutos más tarde, gracias a la bendita ausencia
de cortes publicitarios, ver las noticias del día e irme a la cama que hoy me
tocaba madrugar.
De manera...