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Todos nos quejamos. A tope. Sí, todos nos quejamos de todo, todo el rato. Parece el deporte nacional. Curiosamente con el que menos se suda, por el que nunca hay que pasar previamente por el vestuario para practicarlo. Cierto que la queja parece que nos calaloga, desde el momento que la pronunciamos, como un tipo listo, valiente, sin pelos en la lengua.Pero habría llegado ya la hora de poner pie en pared, y...