miércoles, 18 de septiembre de 2024

A HARD RAIN IS GONNA FALL

El otro día se me ocurrió este poemita, y me di cuenta que el temazo de Dylan A Hard Rain´s A-Gonna Fall le casaba como anillo al dedo. Modestia aparte. Si la canción fue compuesta por Dylan para el album The Freewheelin en 1963, el poema (No toco el agua), fue escrito por mí a finales de agosto de 2024. Por eso si Dylan, en su canción, hace referencia premonitoriamente "a la que va a caer" yo, menos pitoniso y menos todo, simplemente me habría asomado a la ventana y habría escrito "sobre la que está cayendo". Así que con más de 5 décadas de diferencia he reunido la canción y el poema en esta entrada. Y como siempre, espero que os guste y que os dé que pensar.


 

No toco el agua,-

No toco el agua.

Ni me asomo.

Ni se me ocurre.

Sólo la escucho caer.

¡Cómo arrecia!

Dylan no mentía:

A Hard Rain´s A-Gonna Fall.

Y no se quedó corto.

La lluvia es gorda y

¡cómo arrecia!

Así que toca prepararse.

Subirse los cuellos del chubasquero.

Apretarse los botones y los machos.

Convertir, sin que la magia intervenga,

las manos en guantes de piel.

Y el paraguas y las botas de goma

que no falten: las plantas de los pies, a salvo.

Y armarse entonces con los mejores ánimos

y salir después, a tumba abierta,

dispuesto a todo,

en inmejorables condiciones

para no mojarse,

aunque esté cayendo

la de dios es cristo.

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jueves, 12 de septiembre de 2024

LOUIS REES-ZAMMIT PREFIERE EL FÚTBOL AMERICANO

Louis Rees-Zammit, otrora uno de los pilares del rugby galés, ya ha debutado vistiendo los colores de los Kansas City Chiefs en la Liga de Fútbol Americano, la NFL, para entendernos, y lo habría hecho el pasado 6 de septiembre con una sufrida victoria, ya que sus Chiefs se impusieron a los Ravens de Baltimore por 27-20.

La Prensa, porque de alguien tendré que fiarme puesto que no vi el partido ni en vivo ni en diferido, destacó su prometedor debut. Y confía en que, poco a poco, vaya adaptándose a sus compañeros y al propio juego, con similitudes, sí, pero con mayores e incontestables diferencias respecto al Rugby, que ha practicado como los ángeles hasta este año, de lo que pueda creerse o verse a simple vista, y despegue como un cohete. Prometo seguirle la pista. Pero bien pensado, ¿se puede hacer otra cosa que mejorar, con sólo 22 añitos?

Cierto que desde el viejo continente ya le echamos de menos pero la NFL y, en concreto, los Chiefs, nada menos que los actuales campeones, también le han echado, aunque en esta ocasión, un suculento caramelo en forma de millonario contrato sobre la mesa y que Louis no ha podido ni querido rechazar. Por algo, siempre ha dicho o lo dice ahora, que nunca se sabe, que su sueño ha sido cruzar el charco y colocarse sobre su cabeza ese vistoso casco de buceador que distingue a los jugadores del fútbol americano.

Porque Louis lo ha querido, pero la NFL no le ha puesto pegas. Antes al contrario: en el país de las Barras&Estrellas, donde el espectáculo debe envolver cualquier acontecimiento que se precie, el galés, porque Louis es galés, tiene muchos triunfos en la mano y, sobre todo, un comodín que no puede dejar de enseñar más que cuando duerme con la cara contra la almohada,  ya que, y se lo decimos a la cara y valga la redundancia (jeje), Louis Rees-Zammit es un guaperas de-aquí-te-espero, y eso en el país de las Barras&Estrellas se cotiza y se valora como el oro puro. Y ahora, en este punto, bien pudiéramos traer a colación una de las máximas que rige en el mencionado país y que, más o menos, diría que en el mundo no habría ni pobres ni ricos sino, tan sólo, feos y guapos.

Y en estas lides Louis saca pecho. Pocos le aventajan o eso he creído desde la primera vez que le vi vistiendo la camisetas de los gloriosos Dragones que es como se conoce, y permitidme la aclaración, sobre todo para aquellos a los que el Rugby les pilla a desmano, a la gloriosa selección galesa. Pero Louis expresó sus deseos de cambiar de aires y, aunque muchos nos resistíamos a creerle, al final nuestro gozo ha caído en el pozo: se nos fueron a hacer las américas la juventud y la belleza a cambio de un sucio puñado de dólares (perdón, Sergio) y dejaremos de disfrutar con su magistral juego durante un tiempo largo-largote en este deporte nuestro de los "15 gladiadores". Se me habría ocurrido llamarle así en un arranque de originalidad (sic). Pero decid, rugby, y ahí me seguiréis teniendo.

Y claro que la "tela" algo, o muchísimo algo, habrá tenido que ver en este salto que Louis ha efectuado desde Gales a Kansas City. No lo niego. Pero sus años y su físico bastante han contribuído también. Porque joven y guapo Louis está, ahora, donde más se aprecian y se cotizan esas dos cualidades; sobre todo, la última de ellas. Porque con ellas Louis vende, venderá un motón de camisetas, hará que las cheerleaders (sí, las chicas-bombón que entretienen al público con sus bailes y acrobacias durante los partidos de Football) se meneen aún con más ganas y picardía, que las hinchas enloquezcan  y se rifen sus huesos galeses mientras que a los hinchas quizá no les termine de convencer su juego, porque se esperaban más de este Adonis que vino desde la lejana Gales, pero más guapo que un atardecer en la playa de Waikiki. Eso sí, Louis dejará de escuchar y entonar el estremecedor Tierra de mis Padres, 
https://www.youtube.com/watch?v=aVZHklqNGoo&pp=ygURcnVnYnkgaGltbm8gZ2FsZXM%3D
 el Himno de Gales porque ya debería saber que todo-todo, nunca se puede tener. Nosotros, mientras tanto, seguiremos aus andanzas al otro lado del charco.

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lunes, 9 de septiembre de 2024

EL PORQUÉ DEL MIEDO A LA MUERTE

¡Se habla tanto sobre la Vida, sobre la Muerte!, que en el último programa que dirige Iker Jiménez,. o sea Cuarto Milenio se hizo uso de la Inteligencia Artificial, la IA para los colegas, para efectuar, según un concienzudo algoritmo diseñado en Dinamarca, un cálculo más o menos exacto (se vio, finalmente, que más bien "menos") del día en que la Muerte acudira´a visitarnos.

Pêro en cualquier caso el estudio en cuestión se jactaba de obtener un 70% de probabilidades de acertar con la (terrible) fecha. Dos de los tertulianos, con más miedo que verguenza, se sometieron al cuestionario que plantea el Algoritmo como paso previo e imprescindible para dar con la (terrorífica, sí) fecha. Los otros dos tertulianos (eran cuatro) declinaron someterse a la prueba. Sin duda, preferían no saber.

Y, de antemano, yo confesaré que formo parte de uno de estos últimos valientes-con-la-boca-cerrada. Y muchas veces me he preguntado por los motivos. Así que esto que a continuación escribo va a tratar de responder a esta cuestión. Y de una manera todo lo rigurosa que esta cabecita mía puede dar de sí; es decir, científica y filosóficamente; es decir, echando mano de todo aquello que me ha suministrado más jugosos conocimientos en esta siempre sedienta vida mía. Así que la teoría sería casi de mi cosecha, una pajota muy personal.

Y es que, en cierta manera, estaríamos diseñados para morir. Y me explico o trato de hacerlo. Nuestra racionalidad sapiens-sapiens esaría basada principalmente en el conocimiento del mecanismo que regula y rige la dupla, y en este orden, causa-efecto. Conocida la causa, conocido el efecto. De esta manera el homo sapiens sapiens puede hacer lo que ningún otro animal sabe hacer: PREDECIR, y aunque él no vea la causa, ni esté presente, simplemente con que se la "cuenten" ya estaría en condiciones de aventurar los que va a pasar.

Y si lo pensamos un segundo esto es la leche y nos pone a la cabeza, y con notable ventaja, sobre el resto de los integrantes del Reino Animal. Aunque como siempre sucede con lo "bueno", lo "malo" viene detrás, pisándole los talones, adosado a la "o" cuando no confundidos en una misma existencia, ya que este mecanismo sapiens-sapiens de la causa-efecto provocaría que la muerte se nos presente como una circunstancia para la que no podríamos encontrar un efecto seguro, una explicación racional y se nos resuelva, entonces, en una enigmática anomalía, y antinatural, para más señas, por cuanto su verdadero efecto, más allá de que dejamos de "piedra" o de "funcionar", se estrecha las manos con la ignorancia más supina. Lo que sume a este homo predictor que somos por encima de cualquier circunstancia, en el más absoluto desconcierto, lo que, de paso, nos deja en la orilla del miedo más irracional, enfrentado, y derrotado, en el combate con la horma de su zapato, con esa la impredicibilidad que nos traslada al más universo más desconciertante y, desde la óptica predictor, menos querido.

Y para confirmar todo esto que ando escribiendo apenas si haría falta echar mano del siguiente ejemplo. Supongamos que un buen día, alguien efectuara el viaje en la barca de Caronte, pero lo hiciera en sentido inverso. Esto es, que alguien regresara de la Muerte. Todos nos agolparíamos a su alrededor y le coseríamos a preguntas. Preguntas y más preguntas, sí, porque no habríamos podido predecir lo que le habría podido pasar allí. Luego no sabríamos lo que por aquellos lares de la Parca ocurre. Y supongamos, ya puestos a suponer, que aquél que ha regresado de entre los muertos (¡ay, Sir Alfred, qué vértigo!) fuese un parlanchín, una cotorra recalcitrante a la que, ni con aceite hirviendo, habría manera de hacerle callar y que nos contaría todo aquello que siempre hemos querido saber sobre la muerte con pelos y señales.

¿Qué ocurriría entonces? Pues que al fenómeno Muerte ya le habríamos buscado un efecto. Luego el homo sapiens-sapiens ya podría respirar tranquilo, aunque posiblemente no respirase (jeje), porque ya conocería lo que vendría a continuación. Y supongamos que a la Muerte le sucede un suculento banquete mano-a-mano con alguien que dice llamarse "dios".  O cualquier otra cosa. Pero COSA (conocida). Luego, EFECTO (conocido). Luego, seguimos siendo predictores. ¡Genial! Y ese miedo irracional a la muerte, que tantas horas de sueño nos habría robado, desparecería ipso facto. Porque ya sabríamos muy bien lo que nos espera después. Y si esto fuera bueno, pasote; y si fuera malo, o muy malo, miedo, sí, pero MIEDO RACIONAL o METUS SAPIENS ya que continúo haciendo mis pinitos con el latín, que se note. Y de igual manera que al cierre violento de una determinada puerta le sigue un determinado sonido, o al coscorrón, una determinada sensación, a la Muerte le seguiría eso que todos ya sabríamos. O sea, la Muerte como coscorrón o como un portazo (definitivo). O sea, un imposible para nuestras mentes sapiens sapiens.


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