Ahora que estamos de bakatas-NBA y todavía relamiéndonos con la última victoria de los Warriors, frente a unos siempre aguerridos y competitivos Celtics, que les puso en los dedos el Anillo de Campeón de la Temporada 2021/22, quisiera aclarar un par de cosas, o una cosa más que nada, sobre el equipo de la Bahía y, más en concreto, sobre su indiscutible figura, ese base que responde al nombre de Stephen Curry.
Porque, sin
salirnos del basket, debemos reconocer que siempre ha habido jugadores que han
marcado, con sus actuaciones y éxitos, el devenir de este deporte. Los nombres,
quizás, no sean muy numerosos (la excelencia si pretende ser tal, nunca debe
ser numerosa), aunque sí inolvidables.
Cito, y si me dejo a alguno aquí pongo mi pescuezo para el merecido capón, a Jordan o a Bird, o a Magic Johnson, al
Doctor J, a Chamberlain, o a Kareen, y con un etc… me cubro las espaldas. Todos
ellos habrían conseguido que disfrute del baloncesto como antes nunca lo había
disfrutado. Y ésta siempre será una impagable deuda que los aficionados
tendremos con esos jugadorazos. Pero con ellos el baloncesto ha seguido siendo
el mismo deporte, más excelente, eso sí, sin duda, pero sin especiales alteraciones
en la forma de jugar, o de diseñar
esas jugadas, dignas de una atención tan particular.
Pero sin
embargo habría otros jugadores, quizás no tan súper brillantes, a los que el
deporte, el baloncesto en este caso, les debe no tanto la excelencia que han
aportado al juego, sino la auténtica revolución que su presencia habría
provocado tanto en los diseños de las jugadas, como en la misma práctica del
deporte en sí.
Y menciono a Stephen Curry, el excelente base de los Warriors, y creo que me haré entender con mayor facilidad. Porque, tal vez, el bueno de Stephen no llegue (todavía) al nivelazo que acabaron por mostrar los Jordan, Bird, Magic y el etc. aludido líneas arriba, pero pienso que, en cierta manera, Curry ha ido más allá o, por lo menos, hacia otro lado. Con él en la pista el baloncesto no sólo se habría recubierto de una evidente excelencia sino que, simple y llanamente, habría cambiado. Eso es, desde el aterrizaje de Curry en las canchas NBA, el baloncesto ya nunca se jugará igual que antes de su llegada.
Simplemente sus acertados lanzamientos desde más allá de los 8, o a veces cebándose, desde más allá de los 9 metros, desde el popularizado downtown o desde la cocina de su casa, han provocado que las defensas rivales se abran y jueguen más arriba, con lo cual en la zona, en la pintura el tráfico es más fluido y los jugadores, los pivots y ala-pivots sobre todo, no se amontonan y “chocan” sobre la pintura. El juego da la razón a los “bajitos” y se acelera a mil por hora. Se hace más espectacular, a bloqueo-limpio, y el espectador, sumido en su vida cotidiana en una existencia que viaja, también, a velocidad de crucero, encuentra ahora en el baloncesto, en especial, en la NBA, un deporte ad hoc; un deporte que sí, que va como su vida misma: a toda hostia.
Y Stephen Curry, más allá de si es peor o mejor que Jordan, o que Bird, o que Magic ha conseguido que esto (que no es moco de pavo) se haya hecho realidad. Él solito ha cambiado el baloncesto como Fosbury cambió, en su día, el salto de altura; modalidad atlética que desde sus saltos ya no ha vuelto a practicarse de la misma manera. ¿Y es Dick Fosbury el mejor saltador de altura de todos los tiempos? Ni lo sé, ni me importa. Pero desde que él pisó los estadios de atletismo, la modalidad del salto de altura se practica de otra manera. Y se salta más alto. Y con Curry estaríamos en las mismas. Al baloncesto se jugaba de una forma a.C. (antes de Curry, claro) y d.C (o sea, después de Curry) se juega de otra. O que se lo pregunten sino al mismo Llull o al Booker de los Suns de Phoenix. Y además se meten más puntos.
Si con aquellos primeros excelentes, los Jordan, Bird, Magic y etc. aprendimos a ver el baloncesto con los ojos como platos y la boca abierta. Con Curry todavía nos preguntamos, más que si ganará tantos anillos como Jordan o Phil Jackson, hasta dónde pueden llegar las variantes de este apasionante deporte del cinco contra cinco. Y esto es mucho preguntar. Curry y su juego nos hacen pensar, directamente, en un futuro que aún no podemos ni imaginar. Y esto también es mucho pensar, Mr.