Quizás
por cuarta vez la semana pasada volví a ver Tiempos
modernos, la peli que Charles Chaplin rodó en 1936, la última en la que
interpreta al personaje de Charlot y su última película… ¡muda! ¡En 1936!,
cuando ya el cine hablaba por los codos y el sonido era para él como el pan
nuestro de cada día. Pero Chaplin no daba su brazo a torcer y le hizo frente
hasta el último momento. Para él los tiempos modernos eran, sin duda, los
tiempos del ruido, los tiempos en los que la estruendosa industrialización
empieza a comerse al silencioso ser
humano; a Charlot, quiero decir. Por eso en Tiempos
modernos el genial clown hace su última salida a la pista. Y por eso,
también Chaplin hila particularmente fino. Sí, cinco años tardará en finalizar
sus tiempos modernos; cinco años desde que diera el final cut a su también soberbia Luces
de la ciudad.
Y
es que Chaplin con Tiempos modernos
se va a mostrar particularmente clarividente, premonitorio. La
industrialización masificada va a aplastar al ser humano, va a alienarle hasta
extremos casi insoportables y contra eso, nos dice muy serio Chaplin, en la
secuencia final de la película, nada podrá hacerse más que negar su presencia,
darle la espalda. Aunque eso sí, siempre negándonos a entregar en el gesto nuestra
humanidad, nuestro más preciado tesoro, que es inmenso pero que entra en el
interior de una pequeña sonrisa silenciosa. Así que ¡dentro vídeo!:
Pero
Chaplin no se contenta con ello y, además, nos cuenta que si no vamos a poder
vencer a esa todopoderosa industrialización donde el hombre tiene, quizás, el
valor de un tornillo, es porque la pelea se trata de una lucha desigual. El
aceite que ajusta las máquinas no es la sangre que circula por nuestro cuerpo.
Por eso, únicamente cuando el ser humano se olvida de su humanidad y se robotiza
o se mecaniza puede entenderse con la máquina (como sucede en la escena que incluyo más abajo donde el robot dicta las normas y el hombre, sumiso, obedece). Y no hay, entonces, problemas
entre ellos. La pelea termina en tablas. Dentro vídeo, please (sobre todo, a partir de 1´50´´):
Pero
si, por el contrario y ojalá suceda así, nos “dice” Charlot, el hombre insiste
y persiste en su humanidad es cuando en su relación con la máquina saltan
chispas y el artilugio vuela figuradamente en pedazos. Charlot no renuncia jamás
a ser humano y, claro, la máquina no le entiende. Y surgen los malentendidos y
los conflictos; conflictos a los que, de momento, no encontramos solución
porque posiblemente no la tenga. O no la tenga, por lo menos, mientras la sangre no sirva para freír un
huevo o el aceite para hacernos a nosotros levantar un brazo, por ejemplo. Y dentro
el último vídeo:
Pero es que, por si todo
esto fuera poco, Tiempos modernos es
una película intemporal. Lo que quiere decir que está al margen de los tiempos
pero nunca del tiempo porque siempre merecerá la pena echarla un
vistazo; porque siempre que lo hagamos, cualquier día, a cualquier hora, nos
aportará algo nuevo, algo que no sabíamos o en lo que no habíamos reparado hasta
entonces. Por lo que la próxima vez, la quinta quizás, seguro que Tiempos modernos me da para escribir
algo completamente diferente de lo que acabáis de leer y ver ahora.
A
mí que no enrollan los refranes debe reconocer que este de la “boca y el pez”
se me ha subido a la chepa. Y te queda, entonces, más remedio que reconocer que me
han pillado con el carrito del helado o con lo que sea. Porque los que hablamos
muchos, y yo hablo hasta que la lengua se me hace un nudo, tenemos una horrible manía a sentar cátedras con nuestra inventivas y eso siempre conduce al error y
después, si uno es honesto consigo mismo (y yo prometo que lo intento), a la rectificación. Lo que ya sería algo. Por aquello, por lo menos, que suele decirse sobre lo de rectificar, que
es de sabios.
Pero toda esta intro, ¿a cuenta de qué? Me explico. A mí que encanta la música,
reconozco que lo hago pero con excepciones, con pocas pero innegociables excepciones. La música
caribeña, por ejemplo y, sobre todo, la bachata, que siempre me ha producido
sarpullidos en el oído y no me he cansado, cuando la ocasión se ha presentado,
de despotricar contra ella.
Pero
he aquí que un día me hice con Rayuela,
un excelente disco de jazz, homenaje a la no menos excelente novela de Cortázar
(por eso lo compré), que firmaban Miguel Zenón y Laurent Coq. Y el disco me
entusiasmó, como en su momento me entusiasmó la novela de Cortázar.
Después
otro buen día tuve la oportunidad de escuchar en directo a Miguel Zenón, gracias al incomparable Club de Jazz de la Bilbaina. Gracias a Gorka y Tato. Y una
nueva flipada. Así que desde entonces le sigo la pista, y el año pasado editó y
publicó su disco Sonero: The Music of
Ismael Rivera del que ya había tocado algunos alucinantes temas en el
concierto en el que le vi en vivo. Así que a por él fui. Y lo suyo me ha
costado. Incluso con Amazon. Porque casi dos
meses después de haberlo comprado y pagado me llegó a casa ¡la semana pasada!,
aunque debo reconocer que la espera ha merecido la pena. El disco, al igual que
sucedía con Rayuela, es excelente y
sitúa, para mis gustos a Miguel Zenón, a la cabecera de los músicos de jazz en
cuanto a creatividad, originalidad y calidad a raudales.
O
sea que más que todo-bien, todo-cojonudo, pero enseguida surgía la pregunta,
¿quién demonios es, o era Ismael Rivera? Y enseguida me apresuré a consultar
las notas contenidas en el interior del disco, por si hallaba en ellas la
respuesta, como así ha sucedido. Luego os pongo en antecedentes.
Ismael
“Maelo” Rivera fue un cantante afro-puertoriqueño nacido en 1931 y muerto en
1987, con atribuladas experiencias vitales, entre las que se cuentan sus
coqueteos con las drogas y una penosa estancia en la cárcel. Pero un auténtico
mito entre sus seguidores, entre los que se cuenta Miguel Zenón, y conocido
popularmente como El Sonero Mayor;
esto es, El Mayor Cantante Improvisador.
Y para mi sorpresa, y una auténtica toñeja en el centro de mi amor propio, el
cantante y líder del Cortijo y su Combo
que trasladó con un éxito increíble, durante los años 50´, a los estilos
musicales conocidos como bomba y plena desde Santurce (Puerto Rico) a los
principales escenarios de la música Latina y… ¡caribeña! Y, por si esto no
fuera suficiente, uno de los más destacados
intérpretes de la…. ¡bachata! Y para Zenón, como él mismo me reconoció al
finalizar el concierto, un dios musical.
Luego
cuando toca, toca. A tragarse las palabras. Porque la música caribeña y, entre
otras, la bachata se convierten en manos de Zenón en una auténtica “pasada” por
lo que no puedo dejar de reconocer, desde ya, que gracias a la música caribeña
y a la, entre otras, la bachata Zenón suena como suena. Así que, desde ya, mi mea culpa y mis respetos, desde ahora, a la música
caribeña y la bachata y a olvidarme, sino de hablar tanto sí, por lo menos, de
sentar tanta cátedra y de empezar a creer en eso que ya Sócrates nos decía hace
más de 2000 años, sólo sé que no sé nada.
Sin duda, la mejor pole de salida
para empezar a saber algo.
Y
termino y os dejo para disfrute de pequeños y mayores con el tema de El Nazareno, considerado por muchos la
clave que sostiene el mito de Rivera y en la versión que toca Miguel Zenón y en
la versión que tocaba Ismael con su Cortijo.
¡Así que a flipar… y a ser más humildes! Prometo que seré el primero en
aplicarse el cuento.
Primero, la letra deEl Nazareno, para que quede clara.
Yo estaba en un
vacilón/Yo estaba en un vacilón/Fui a ver lo que sucedía...
Cuando ya me divertía/Y
empezaba a vacilar/No sé de dónde una voz vine a escuchar.
Qué expresión tiene tu
rostro/Se refleja la alegría/Y está rodeado de tanta hipocresía/Es El Nazareno
Que te da consejos
buenos/A quién, no mires a quién/Dale la mano al caído y si acaso/
Bien malo ha sido, dale la mano también
Hazle bien a tus amigos/Y
ofréceles tu amistad/Y verás que a ti lo malo/Nunca se te acercará/En cambio
todo lo bueno/Contigo siempre estará/¡Óyelo!
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/Me dijo, me dijo que había mucho bueno conmigo/Y mucho
malo también, me dijo
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/Que siguiera cantando cositas lindas y bonitas para
ustedes/Que son mis queridos amigos
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/Dale pa'lante, pa'lante, pa'lante, pa'lante, pa'lante como
un elefante,/Maelo no dejes que te tumben, te plante/El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos
El Nazareno me dijo/El
Nazareno me dijo/El Nazareno me dijo/Que cuidará a mis amigos/¡Óyelo bien!
Oye bien mi amigo,
¡oye!
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/Con Sororo, con la Merito y Cuñón/Voy pa' Portobelo a
cargar el negrón
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/El Nazareno me dijo/El negrito lindo de Portobelo, me dijo/El
Nazareno me dijo/Que cuidará a mis amigos
¡Dile Rigo!
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos
¡Que viva el Cristo
negro de Puertobelo!
¡Oye bien mi amigo,
oye bien!
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/En la iglesia de San Felipe de Portobelo/Está el negrito
que cargamos con celo
El Nazareno me dijo/Que
cuidará a mis amigos/El Nazareno me dijo, el negrito lindo, me dijo/El Nazareno
me dijo/Que cuidará a mis amigos/Pa'lante, pa'lante, pa'lante, pa'lante,
pa'lante como un elefante y no dejes/Que te tumben, te plante/¡Oye!
Y ahora en el original de "Maelo" y su Cortijo:
Y la fantástica versión de Miguel Zenón, que cierra su no menos fantástico disco: