Como a los buenos, y a menudo
tan engreídos, cocineros a mí también me gusta mezclar. Y si son ingredientes
que se encuentran en las antípodas de los sabores, mucho mejor. Pero es que además,
en mi caso, no recurriría tanto a ingredientes ni a sabores sino que ahora, y
siguiendo aquello que apunté en la crítica (ver la entrada grandes películas, pequeñas críticas) a la última y excelente película de
Quentin Tarantino sobre la muerte de la inocencia, lo haría a Marilyn, por ejemplo, un poema del
imprescindible, terrenal, amigo de los arrabales y de las periferias, de los
pobres y más oprimidos, Pier Paolo Pasolini y la instalada en el otro lado de la Emilia-Romaña
pasoliniana, la susodicha, glamorosa, hollywoodiense y star por antonomasia, Marilyn Monroe susurrando, más que cantando en
1959, cuando la ingenuidad aún lo arropaba casi todo, aquello de I wanna be loved que oíamos en la película de Billy Wilder Con faldas y a lo loco.
marilyn
Del mundo antiguo y del mundo futuro
permaneció solo la belleza, y tú,
pobre hermanita menor,
aquella que corre detrás de los hermanos más mayores,
y ríe y llora con ellos, por imitarlos,
y se pone sus bufanditas,
toca sin ser vista sus libros, sus navajitas,
tú, hermanita más pequeña,
que poseías tu belleza humildemente,
y tu alma hija de gente pequeña,
nunca has sabido tenerla,
porque de otro modo no hubiera sido belleza.
Disparas, como un polvillo de oro.
El mundo te lo ha enseñado.
Así tu belleza se vuelve suya.
Del estúpido mundo antiguo
y del feroz mundo futuro
permanecía una belleza que no se avergonzaba
de aludir a los pequeños senos de hermanita,
al pequeño vientre tan fácilmente desnudo.
Y por ello era belleza, la misma
que tienen los dulces mendigos de color,
los gitanos, las hijas de los comerciantes
vencedoras de los concursos en Miami o Roma
Dispara, como una paloma de oro.
El mundo te lo ha enseñado,
y así tu belleza no fue más belleza.
Pero tú continuabas siendo niña,
boba como la antigüedad, cruel como el futuro,
y entre tú y tu belleza poseída por el poder
se inmiscuye toda la estupidez y la crueldad del presente,
te la llevabas siempre detrás como una sonrisa detrás de las
lágrimas
impúdica por pasividad, indecente por obediencia.
Dispara como una blanca sombra de oro.
Tu belleza sobrevivida del mundo antiguo,
reclamada por el mundo futuro, poseída
por el mundo presente, se convierte así en un mal.
Ahora los hermanos mayores finalmente se dan la vuelta,
detienen por un momento sus malditos juegos,
salen de sus inexorables distracciones,
y se preguntan: “¿Es posible que Marilyn,
la pequeña Marilyn nos haya indicado la calle?”
Ahora eres tú, la primera, tú, la hermana más pequeña, aquella
que no cuenta nada, pobrecita, con su sonrisa,
eres tú la primera a través de las puertas del mundo,
abandonado a su destino de
muerte.