Hace algunos años escribí a la Federación de Tenis una
carta que hoy, después de haber presenciado y ¡padecido!, algunos de los
partidos de la última edición de Wimbledon, lejos de echar marcha atrás, hace
que me reafirme en mis trece.
Estimados amigos/as,
ante todo felicitaros por la labor que realizáis por el bien de este increíble deporte, al que todos queremos, que es el tenis. Asistir, aunque únicamente sea como televidente, a uno de los partidos que actualmente se está disputando en Melbourne (era el mes de enero) es, no se me ocurre otra expresión, una gozada.
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Bueno, la carta decía, más o menos, lo siguiente:
Estimados amigos/as,
ante todo felicitaros por la labor que realizáis por el bien de este increíble deporte, al que todos queremos, que es el tenis. Asistir, aunque únicamente sea como televidente, a uno de los partidos que actualmente se está disputando en Melbourne (era el mes de enero) es, no se me ocurre otra expresión, una gozada.
Pero, a pesar de esto, quisiera
realizar una pequeña puntualización que me gustaría que ustedes trasladaran a
los organismos y personas competentes para que le dieran una oportuna solución
(que yo asimismo, modestia aparte, me atrevo a conjeturar en las siguientes
líneas).
El tema sería el siguiente: en los
partidos correspondientes a los torneos del Grand Slam (entonces Australia, hoy
sólo Roland Garros y Wimbledon), el 5º set se ha decidido, excepcionalmente,
que no se resuelva mediante el justísimo (al menos para mí, aunque esto ya
sería otro cantar) recurso a la disputa de un tie-break, sino que se continúe,
en su lugar, jugándose el partido hasta que uno de los dos jugadores obtenga
una ventaja de 2 juegos.
A la situación le (pr)opongo una
serie de pegas o defectos:
1º. Importante: si el tie-break es
válido (y se supone que justo además) para resolver los empates a 6 juegos en
el primer, en el segundo, en el tercer y en el cuarto set, ¿por qué no lo es
también para el quinto set?
2º. No menos importante: cuando el
partido no se sabe cuándo va a acabar (al no haber tie-break este hecho resulta
más evidente) y puede prolongarse, de hecho, sine die (recuerdo aquel
interminable 72-70 que disputaron Isner y Mahut hace unos años en el mismo Wimbledon-
por cierto en la ronda siguiente Isner perdió en tres sets contra un tal Thiemo
de Baker), el partido pierde interés y los espectadores acaban tan agotados
como los sufridos jugadores, ya que en cualquier espectáculo que se precie es
fundamental que el espectador, que al fin y a la postre es quien paga y debería
mandar, sepa CUÁNDO VA A ACABAR aquello para lo que ha abonado su entrada.
(Entre paréntesis, recordaría al
respecto los lanzamientos de los cohetes al espacio. El lanzamiento se ejecuta
después de una cuenta atrás: 3-2-1-¡0!, y no después de una cuenta hacia
delante que quién sabe cuándo va a concluir. Supongamos: 1-2-3-4-5- etc, etc…A
la cuenta de 78, por ejemplo, me imagino que ya no quedaría nadie en las
tribunas de Cabo Cañaveral.
O incluso, la misa. ¿Quién escucharía
una sin saber cuándo va a terminar? Cuando se estuviera leyendo la 18ª lectura
del Santo Evangelio según X, apuesto lo que fuera a que los banquitos del
templo estarían ya más vacíos que la lavadora de una comunidad de nudistas. Y
cierro paréntesis).
3º. Importante también: en esta
situación sin tie-break el jugador que saca con igualdad en los juegos
(imaginemos 7-7, 10-10, 14-14, etc.) tiene una GRAN VENTAJA psicológica respecto
al jugador que sirve con desigualdad en los juegos (imaginemos 8-7, 11-10,
15-14, etc.).
Mientras que, en el primer caso, el
jugador que saca puede perder su servicio y aún dispondría de otro juego para
poder recuperarlo, recomponer la igualdad y evitar la derrota, en el segundo
caso, el jugador que saca tiene “la soga al cuello” de forma permanente: claro,
perder su servicio le supone, inexorablemente,
perder el partido. Y este desgaste mental (se entiende, el tener tantas veces la
“soga al cuello”) se incrementa según los juegos y el partido vayan
alargándose.
Sólo traería a la memoria aquel largísimo
5º set en la final de Winbledom entre Federer y Roddick que terminó a favor del
tenista suizo 16-14. Sinceramente creo que para Roddick estar sirviendo siempre
perdiendo, en situación de desventaja 15-14, 14-13, 13-12, 12-11, 11-10. etc.
debió suponerle una añadida y, a lo que voy, injusta, porque nada ha hecho para
sufrir tamaño castigo y evitable “tortura”. Porque bastaría para ello con
mantener el tie-break también para el 5º set.
Y sin más y pidiendo perdón por,
quizás, tan larga digresión, y agradeciendo vuestra paciencia infinita, recibid
el más cordial de los saludos,
Toni Garzón
Un aficionado más
…
Sólo un par de días después me llamaron desde la Federación y, aún
reconociéndome que tenía razón en mis argumentos, me aclaraban que poco podían
hacer, ya que la decisión de no decidir el 5º set con un tie-break era una postura
que defendían los grandes popes del Circuito; o sea, los Federer, Nadal,
Murray, Djokovic, etc. Así, que los demás debíamos quedarnos calladitos.
Bueno y yo, por lo menos, he callado hasta hoy, porque ahora
espero que después de las SF del Wimbledon de este año, donde el absurdo del no
querer jugar un tie-break en el 5º set ha perjudicado, precisamente, a Federer
(¡menudo turre para el suizo de 36 años meterse en un berenjenal de 11-13!), a
Nadal y a Djokovic, ya que aunque éste ganara el partido qué agonía debió
suponerle estar esperando, contando ovejas, a que acabara el interminable
Ishner v. Anderson, para saltar a disputar su partido.
Resumiendo, creo que en este mundo hay cosas que son
difíciles y otras muy fáciles de arreglar. Ésta sobre la que estoy escribiendo
pertenece, sin duda, a las segundas. Basta con jugar un tie-break en el 5º set
para que todo sea más justo y normal. Y punto, pelota y partido.
Por cierto, Djokovic ganó la edición de este año contra
Anderson que no sé si acusó el inmerecido cansancio, yo sí lo sufrí con un gran
bostezo, del 11-13 del 5ª set en los Cuartos contra Federer o de los 26-24 del
5ª en la SF contra
Isner. Aunque al final siempre ocurre lo mismo: el pato lo paga quien ha pagado
la entrada: la final fue un turre.
¡Ah! y otro día hablaremos del Mundial y del VAR…